domingo, diciembre 31, 2006

Balsas y Viajes

Al principio debemos construir nuestra balsa, con mucho o poco material, la hacemos zarpar. El viaje, al principio, puede ser incierto, o aferrado a destinos externos. Mal o bien, logramos estar a flote y comienza el gran viaje. Podemos viajar solos o acompañados. El camino es largo, aunque el final del viaje puede llegar en cualquier momento. Algunas veces, tenemos la suerte de conocer otros viajeros; algunas veces esos navegantes coinciden en nuestro viaje por cierto tiempo hasta que cambiamos de dirección buscando nuestro horizonte. Puede ser que esas compañías sean pasajeras o quizá nos acompañen durante gran parte del viaje. Debe tener algún sentido encontrarnos con esas personas que sólo estarán con nosotros un instante porque suelen quedarse por mucho tiempo sus momentos, sus consejos, sus palabras, su ejemplo.
Aquellos navegantes que encontramos en nuestro camino tan sólo por un instante, tienen una razón de ser, enseñarnos a navegar mejor, igual que nosotros lo podemos hacer con otros navegantes. Sólo nos darán una lección y continuarán su propio viaje, igual que nosotros. No hay dos navegantes que vengan en una sola balsa, cada uno tiene la suya. Podemos llevar el mismo camino que otro navegantes y acompañarnos por más tiempo, eso es todo.
Lo importante es aprender de cada buen navegante que nos encontramos, tener en cuenta que el tiempo que coincidan nuestras balsas puede ser un solo día. Forzar a otro navegante a acompañarnos en nuestro camino no mejorará nuestro viaje sino que destruirá el viaje de alguien más y no permitirá que otros navegantes aprendan del navegante cautivo. Hay que concentrarse en tu propia balsa, quizá el camino que propones pueda convencer a otros navegantes y decidan seguir tu camino, quizá formen un nuevo camino, tú y otros navegantes al unir sus caminos y crear uno nuevo común para todos. Lo importante es que sólo cabes tú en tu balsa, en un mar repleto de navegantes.
El viaje que iniciamos es realmente incierto, no es posible que con una visión tan corta podamos ver todo el océano. Nuestra vista sólo llegará al horizonte; lo más que podemos ver es nuestra utopía.
Al final de cuentas, tenemos al destino jugando un papel importante en nuestra vida porque podemos controlar muy pocas cosas de éste océano tan inmenso y salvaje. Prácticamente, no sabemos ni la mitad de las cosas que creemos y esto convierte al destino en azar, en una moneda al aire.
¿Cómo podemos saber que estamos en el camino correcto o en realidad es ese nuevo camino que se presenta es el camino que debemos tomar? Todos somos, simplemente, compañeros de viaje.

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